Me quedo mirando fijamente la pantalla del celar, las última conversaciones, me cuestiono si es debido o indebido seguir escribiéndote, buscando cualquier excusa para saber de ti o que sepas de mi.
Qué quiero saber de ti, qué quiero que sepas de mi; si ya me dijiste que no estás interesado en nadie más que en tu arte, en tus adicciones, en tu ser libre y conocer hasta agotar las fuerzas, otros amores, otros cuerpos, otras ciudades, otros países, siempre otros menos lo fijo, lo rutinario, lo estable. Y qué hay de mi, te dije que quiero lo mismo que tú, y quizás la contradicción es que también quiero la rutina, lo estable, lo fijo porque tu ser me conmueve, me gustaría atraparte y atraparme en tu tela de araña.
Suena el celular, es un spam -¿acaso soy tu spam?- cuelgo, vuelvo a mi rutina, y pienso en las tareas de la semana, en las metas que aún me faltan cumplir, una forma de vivir es tener por qué seguirla. Le cuento mis sueños a mis hermanas, me dicen que es para cambios radicales y una absurda esperanza me hace querer que ese cambio radical seas tú, pero es eso, un absurdo que solo pasa por mis deseos ajenos a la realidad. Mi primera cámara fotográfica cumplió sus 10 años de vida, ha muerto, he muerto con ella. ¿Y en ti qué va ha morir o volver a nacer?