jueves, 15 de noviembre de 2012

ADIOS, el Dios bastado.

No es necesario que sigas minando
 mi alma de ilsusiones que explotaran
en maldiciones desde el vientre de la tierra

He aprendido en estos días a decirte adiós
a olvidar tu nombre 
a golpearme puño a puño
en tantas pero tantas promesas
vomitarlas
secar mi cuerpo 
con el sufrimiento de la mentira y el abandono
partir mi mente y mi cuerpo
como la señorita K
que me hace abrazar el maldito tiempo
la resignaciòn
y la esperanza de volver a empezar

Te digo adiós, deseándote toda la paz
que se extiende en mi recuerdo y en mi alma
que alguna vez fuiste una luz encendida. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario