era pasado la media noche de hoy
llamó, después de varios días, semanas quizás
no llevo la cuenta, estaba ebrio, como yo ahora
dijo que me amaba
que llegaba al orgasmo
pensando en mí
me reí, repitió que olía a sexo
me volví a reír, me anestesia el dolor
lo nombre con uno diferente al suyo, se indignó
me sorprendí, me avergoncé, reí, y colgó
-hubiera deseado que quién me declare amor fuera el nombrado-
me escribió, adelantando las clases de instrucción de manejo
llamó para indicar que estaba cerca, que salga de mi guarida
demoré, atragantándome con los arándanos del desayuno
lo encontré envuelto con esos colores tan bellos; morado y celeste
le conté sobre mi accidente, se indignó primero, luego, empatizó
condujo hasta el espacio indicado, cambiamos de lugar
rozaba mis nudillos con sus dedos para ayudarme en las rutas complicadas
mientras conversábamos sobre nuestras familias
reíamos por momentos y por otros era tensión
aborté la idea de pedirle que me frote la espalda con una pomada
-era preferible soportar el dolor, que saber que los fines de semana eran para su novia-
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