No encontraba el fósforo, mi frustración aumentó. Me asomé a la ventana, este pueblo duerme temprano. Cogí el encendedor -maldita sea no daba ni un chispazo-y lo tiré con tal fuerza que explotó, sonreí y la perra ladró. Cállate!
El teléfono empieza a sonar. Hola, tengo inconvenientes, no encuentro ni la navaja ni la linterna mucho menos fósforos. Alisto la correa de la perra y pongo los caramelos ácidos en la mochila.
Besa mi mano mientras me mira profundamente suelta una media sonrisa. La perra se le abalanza le lame la cara y no deja de saltar. Me muestra el tenue fuego que se divisa a lo lejos. ¿En cuanto tiempo llegaremos? Un par de horas a lo mucho, no tenemos prisa.
Me pasa su cigarrillo, doy un par de caladas. Necesito mear. Escucho sonidos; respiraciones, deslizamientos, aves chillando. Veo su espalda esbelta, su cabello abundante, su cintura estrecha y sus dedos delgados y largos que juegan con una cuchilla.
Sabías que debajo de estos pinos están enterrados los desaparecidos. Sus ojos posan en los míos, retándonos, ninguno baja la mirada, da un par de caladas y sonríe. Nunca me han gustado los eucaliptos me recuerdan mi egoísmo. ¿Alguna vez, has podido entregar tu corazón?
Unos minutos antes de conocernos, fui testigo de un atropello, un hombre estrellado contra el pavimento, la sangre formaba figuras extrañas, todos paralizados y murmurando. Podía sentir el terror de los otros reflejados en ese cuerpo inerte. Cuánta fragilidad, Dios. Crash, una botella de vidrio estrellada. Voltee y chocamos las miradas.
¿A las personas les gusta amar o ser amadas? No lo sé, es mucha responsabilidad ambas situaciones, desde luego que existe alguna satisfacción en ello. Había pasado la hora del almuerzo, no teníamos hambre. Parecíamos ceniceros, olor a nicotina. Sacó de su bolsillo una navaja y se hizo un pequeño corte en su dedo índice. Prueba mi sangre, de repente te agrade su sabor. Chupe su dedo.
Mira, están ahí cocinando la carne. En un par de horas se habrán emborrachado y aún no habrá caído la luna llena. Le doy un par de caramelos y enciende otro cigarrillo.
El fuego se extingue, las parejas se van a sus carpas, se apagan las luces. Nuestros corazones excitados se concentran en cada minuto que sucede.
Me coge el cuello con sus manos heladas. Susurra; no escucho sus gritos, será que huyeron esas bestias cobardes. Quizás la naturaleza manipulada no esta a nuestro favor, mierda.
¡Enciende la cámara! La luna llena empieza a caer. Arcadas y bramidos.
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