Un nudo en la garganta, el tic tac de las gotas de agua que van cayendo como una tortura, el sol asomándose tímidamente, el pasto que conserva aún el rocío de la mañana, patear o no patear la silla que sostiene.
las cortinas abiertas bruscamente, enceguecen la mañana, una luz blanca que inunda y calla la habitación, se abraza a su cuerpo aún tibio, siente su corazón acelerarse, la confusión se trepa al ambiente.
el perdón cura, el perdón cura, tantas veces se repite en su voz que se va quebrando como los objetos que va estrellando unos con otros, unos con otros el tiempo se choca, el tiempo se dilata, se estira, se destruye, se obstruye, se balancea en una rabia desatada, no, no y no es cierto que todos tienen el cuerpo para perdonarse.
prendió el incienso, bebió unos sorbos de agua tibia, orino sobre su cuerpo, sollozo sobre su cuerpo, prepararse para la despedida, que el fuego se encargue, que el viento se encargue, que los cantos acompañen.
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