miércoles, 22 de febrero de 2023

El corazón se apaga se enciende como un interruptor

Ceder a la irracionalidad del enamoramiento hasta perderse en esa vorágine. Tienes que poner un alto a todo eso, te esta destrozando la vida, estancando, me decía mi tarotista. No quería escucharlo, no quería que los designios se cumplieran. Quería irme contra los dioses. 

La naturaleza ni el sino tienen favoritos, están ahí como una bala perdida que si te cae nunca ha sido personal. Lo lamentamos, solo llovía y te toco estar en la calle, sin paraguas, corriendo a un refugio mientras te empapabas hasta los huesos. 

La coca anunciaba que esa relación no pasaba de unos meses, quizás unos cuantos años, que conocería a otro que podría amarme. No quería soltar mi corazón, mis ilusiones, cuesta saberse a la deriva. 

Atrapada, mientras más quería retenerla peor era, cada vez más destrozada, no funcionaba ni la sertralina, ni las otras estrategias que proponía, nada era posible, ni callar, ni hablar, ni dejar de celar, ni proponerle otras formas de vincularnos. Quería morirme.

Muerta estoy, resentida me siento. 

Un cuerpo cadáver que deambula por una ciudad al cual le cruza un rio a veces con aves otras con bolsas de plástico. Calentado por un gato negro y una perrita tricolor. 

El corazón se apaga se enciende como un interruptor. Esta vez, quiero decirle a mamá que ya no me quiero morir, que volveré a escuchar su voz que me decía, y me dice; hijita tienes que ser valiente. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario