Si, la lluvia como gotas que bendicen a dos espíritus guerreros. El sol en el centro. Por mi mente pasan las imágenes de la película León: the professional. Las conversaciones con la inteligencia artificial que L sostiene, me dejaron cavilando.
Olvidar el rostro del ser que algunas vez has amado pero también odiado, complicado. Sucede por segunda vez. Cerca a la media noche, saliendo de cenar, me dice que el me mira de frente y luego, voltea la cabeza, imaginé su cabello azabache batirse con el viento cálido de ese valle. No, no puede ser, no lo vi, pero cómo si ha estado en tu frente, no llevaba lentes, pero, no lo vi. Lo busque con la mirada, al menos su silueta, a lo lejos en sus tonos corales lo vi, no sé si me vio, quería comprobar que realmente no lo había visto. Decidimos darle un par de caladas al cigarrillo, qué habrá pensado el muchacho me dio pena, le escuche decir, no le dije nada y seguí en silencio, hable algunas palabras a su favor y otras neutras.
La plaza con el sol pasando el medio día, así tibio. Las gotas tocando nuestros rostros suavemente, se escucha es la bendición de los Apus. Sí, me gusta sentirme en tibieza con el mundo, algunas veces al menos no esta mal sentir sobre una nube.
Un helado en sus manos, el niño sonríe con su postre, los perros juegan a perseguirse, vuelvo a escuchar el mismo track una y otra vez, esta vez me pegue con vámonos de viaje de los Bándalos Chinos. Las mujeres, sujetas a sus parejas, unas en tacos otras en zapatillas, algunas maquilladas otras con el rubor natural, en sombrero, en pollera o en polera, van con ellos.
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