Una flor, unas cuantas uvas, unos escenarios extraños, hombres y mujeres en una casa rara, temor a bajar las escaleras, mantenerse a lo alto de un edificio, nuevamente con miedo a las alturas, padre y madre en escena se van pronunciando palabras ininteligibles, un piso recien construido en lo más alto, era de ladrillos y finalmente el primer amor a quién habia hecho daño, la miraba y le mostraba como filmar. Despertó, despertó varias veces, cogio su celular y quiso saber qué estaba pasando con esos sueños, qué le querían decir, uso su celular y empezó a buscar, atar cabos en las señales, los significados.
Llegó al consultorio, con sus ojos mirando la nada, entre un sentimiento de no saber qué hacer, atado a su amor irracional; "acabo de seguirla, la vi comiendo y entrando a la casa de aquel hombre, es mi esposa y todo este tiempo me ha estado mintiendo". El frío y la indignación se apoderó de la habitación. Se escuchó un disparó, un ebrio entró, con la ropa raida y llena de barro, con las cejas abiertas sangrando, tambaleandose pidió dinero para más alcohol.
El corazó late, se congela unos segundos los sufientes para seguir arrastrandose en esta vida.
Una piel, un cuerpo que alberga cicatrices, algunas por caidas, otras por enfermedades y también por un amor incondicional.
Oye, acaso has olvidado tu frase favorita de los veintes; "lo bueno de que algo suceda es que finalmente se termine", le repitio. Soltó unas lágrimas, unas que se fueron rodando por sus mejillas hasta enfriarse en su pecho, cerca a su corazón que está vez latía más bajito que siempre. Quizás, ya no estamos en los veintes, y mientrás nos acercamos a la muerte, ese sucedido duele más, pensó.
Temporada de helada, con las manos y los pies congelados, con los dientes tiritando, con el sonido del agua cayendo, las estrellas formando constelaciones, la única que reconoce es la cruz del sur, fumo muchos cigarros, los inca por supuesto, brindó con la pachamama, le pidió de corazón al Apu que le haga ver lo que era necesario saber, que si el amor no está en su camino que se lo quite porque no quería morir o matar irracionalmente.
¡Oh, pasiones, oh misterios, oh oscuridad, venga la luz, iluminenme o quemenme, pero no más incertidumbre, curenme! Por unos segundos pensó que las estrellas le habían respondido, moviendose, o es que era su astigmatismo, ya lo veremos, la duda está ahí.
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