Un encuentro, seis ojos abiertos
las direcciones como flechas de brújulas
influidas por un poder magnético
enloquecen, dan señales ambiguas
lo único seguro es el sol sobre nuestra piel.
Sus ojos miel, nuestros ojos panales solares
su lengua filuda me corta la yugular
mis colmillos prueban su carne
se detiene el corazón al compas de los gemidos
mueren una vez, dos, tres y no hay adiós.
Resucitamos uno en el otro, para ser uno y Dios
lágrimas de incertidumbre, respuesta de los Apus
seco mi sudor en tu piel tatuada, acaricias mi mejilla
alas remendadas, ropajes bordados con la sangre nuestra
los tragos amargos sucumben a nuestros besos.
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