jueves, 28 de diciembre de 2023

alguna vez tus ojos y mis ojos

Recovecos, es la primera palabra que me viene a la mente, cuando estoy tratando de escribir. Sí, Lupo se cruza entre la pantalla y mi cara con una cosa pegajosa y lleno de estrellitas, supongo que los chinos decidieron hacer más selfiable esto de los skincare, me gusta hacerme al menos una vez por semana, se siente estúpido pero divertido. 

Volviendo, he estado enferma hace dos semanas, he limitado mi comunicación a unas cuantas personas, incluso bloquee a uno con el cual solía hablar casi todos los días, pensé que le había brindado demasiada información que empecé a sentirlo tóxico, así que decidí simplemente buscar alguna excusa absurda y listo, decir adiós. Me costó al inicio, para qué negarlo, incluso ya era parte de mi rutina, alguien con quien rumiar, horas, días, semanas, meses, era necesario limpiar el aire para empezar de nuevo. 

Me tocó aceptar el gran daño que me había hecho mi último amor, supongo que me costaba sentirme vulnerable, víctima, sí, difícil aceptarse en esos términos, nada más valiente que decirse ya fue, no importa lo que haya sucedido, lo dejo pasar, como dicen soltar para siempre ese curioso efecto que tiene la obsesión por el otro. 

Confesar que antes de que se cierre el año, por momentos siento una especie rara de aleteo cerca a mi esternón,  una curiosa sensación entre hambre y sueño, no quiero interpretarme aún, no me gusta pensar más allá de lo que la realidad palpable me dicta. Entonces, podríamos quizás un día de esos viajar y amanecer, renacer y volverme a dormir en un abrir y cerrar de ojos, quizás en una de esos tus ojos cerca a mis ojos.




domingo, 10 de diciembre de 2023

Intoxicación

Desde la intoxicación alcohólica no he podido dormir mis más de ochos horas acostumbradas. La cabeza me estaba por explotar al igual que mis ojos hinchados de tanto vomitar.  ¡Colabora! La camilla fría, las mujeres llorando por sus bebés enfermos, los hombres preocupados por sus  mujeres ausentes. Señora, le digo que colaboré, dejé de vomitar, póngase a dormir. A ver señora, usted tiene problemas, no es normal que esté provocándose el vómito -todos los animales lo hacen cuando se sienten enfermos- dígame cuál es su problema, sus padres dónde están, tiene hijos, tiene pareja, trabajo. Ellos están en otra ciudad, no tengo hijos tampoco pareja, mi trabajo va bien. Le digo que usted tiene problemas le voy a derivar al psicólogo.

Me quedo mirando lo último del líquido amarillo que escupo, sin fuerzas, mi cuerpo sudando frío, mis cabellos despeinados, mi ropa raída. Miro en el espejo del baño. Entonces, señora, está en problemas por beber sin tener problemas. Me río, ya ves hígado hijoputa todo lo que ocasionas. Duele reírse y me largo sin despedirme ni esperar los consejos del médico que esta en modo automático y las enfermeras como monos con agujas persiguiéndote con su cansancio, con sus prejuicios y sus quién sabe qué estupideces más que cargan a parte de sus palabras.