sábado, 15 de febrero de 2025

Activador sapiosexual

A lo lejos, apagándose, se escucha el eco de la voz que afirmó sentirse enamorado de su mejor amiga. Mirándole a los ojos, sin censura y con ternura, le pregunta si estaba bien seguir con el encuentro. Bajó la mirada, a modo de autoregaño acomodó su voz, con calma y como si fuera el fin del mundo, en un impulso los justificó; "Lo siento, no puedo con mi sapiosexualidad, eres tan sexy, has dicho tantos factos y no sé". 

Cayeron los vasos de cristal, los platos se rompieron, los interruptores fueron encendidos, apagados, encendidos hasta que la bombilla reventó. Esa noche que se prende y se apaga escolta a su voz en off, a la observadora que se sale de la escena bestial. Animales enredados. Qué era esa pasión que se desborda y quiere tragarse su rostro. Llegar a saltar a la profundidad. Siente el seso que es el deseo del otro, el cuerpo es un medio para llegar a él. Como fuego que arrasa con la noche  y deja sus cenizas al viento esparcir.  Ellos eran de las aves que se iban antes del alba.

Amaneció con el canto artificial del gallo despertador. El sonido del agua cayendo como lluvia de enero andino la saca de la introspección, entra a la ducha tibia. La música se pausa al mismo tiempo que  la última frase que se repite como timbre de licorería; "Un activador de la sapiosexualidad". Seca su cuerpo y recorre con sus dedos el contorno de su rostro, piensa en la distancia, piensa en los egoísmos y se centra en el suyo; ¿He sido egoísta, cínica quizás? ¿O es un arrebato de pura curiosidad? No todo el tiempo se prenden los juegos artificiales. Cierra la puerta, guarda sus llaves y se coloca sus auriculares para transitar en el cuerpo de esa mujer de mediana edad que vuelve a la rutina del pueblo chico, infierno grande. 



jueves, 13 de febrero de 2025

Ecco

 un silencio, dos silencios hasta  el eco

cale profundamente como el abismo

ese que miras con curiosidad

te escupe en los ojos

tambaleas y caes

caes

caes

caes y explotas

 

No hay nada más hermoso como el cielo estrellado andino.

 


 

viernes, 7 de febrero de 2025

el encuentro entre apresadores

Tenia la facilidad de irse a la cama con las mujeres por las que se apasionaba o en las que percibía el deseo por él. Se sentía seducido por la idea de ser seductor y corresponder por vanidad. Un beso, una caricia, dos cuerpos desnudos, pulsos acelerados, se alivia la angustia. Un cuerpo tibio al costado de otro enfriándose. Se caen los correctores visuales y se miran a los ojos nublados, borrosos, miopes y se comparten el silencio. 

Equilibra el frio con el calor de la ducha con un sistema antiguo. Se enoja cuando de pronto cae un chorro de agua muy caliente. Suena el hervidor, suena el teléfono, suena el timbre. Coge con prisa la toalla, se seca y se viste. Todo en silencio nuevamente. La habitación se llena de un latido de corazón que se acelera y se apaga, la intensidad se apodera de su cuerpo, un rave, son sonidos en bajos expulsados de su mixer. Vuelve a sentir la sensación de la adrenalina, se mira el pecho y puede ver el vacío. Ella ha sobrevivido a un día más sin suerte, sin pretendientes y sobre todo sobria.

Los latidos de los felinos son más rápidos que la de los humanos. Las luces se apagan, la ciudad  se queda en absoluto silencio, son las tres de la madrugada y la neblina se entrelaza. Se levanta de la cama, voltea a ver el cuerpo desnudo, tibio, respirando al son de un sueño profundo. Con quién soñará, seré yo la razón de sus pesadillas o de sus dichas, pensó mientras contesta al último mensaje de Alicia. Apagó las luces y aseguró la puerta antes de irse sin despedirse de la penúltima mujer que había conocido. 

No, no creo que lo entiendas, no  sé cómo demostrar amor más allá de entregar mi cuerpo al deseo del otro o por el otro. Y el vacío me abraza desde adentro, me arrastra hacía la intuición de huir, es huir o matar. No, no te rías, ni me mires con espanto que la única forma de escapar de ese vacío, en ocasiones, es ir a refugiarme en un cuerpo tibio, sus nombres, sus rostros, sus datos no los recuerdo. No sé quienes eran, no sé quienes serán. La constante es el brillo, a veces artificial otras natural, como una chispita mariposa o un carbón de leña. Se pausa el vídeo.

El hombre que subió a su cama se encontraba durmiendo profundamente. Su celular timbrando sin número registrados, con mensajes vanos y sin nombres. Ella lo mira, celular en la mano, se preguntó  quién le grabó, por qué dijo todo eso, a quién  y más interrogantes que se presentaban a medida que lo observaba indefenso. No es la primera vez que no puede dormir y tampoco es la primera vez que decidió subir a un extraño a su habitación al primer saludo. Supone que es su día de suerte, su intuición no le falló. Los felinos tienen la habilidad de mimetizarse con su ambiente al observar a sus presas antes de acabar con ellas.