Entiendo que los vínculos son frágiles como una soga que baila al compás del clima.
Un huracán fue lo que me elevo hasta dejarme caer como a Ícaro. Imágenes a desorden temporal. Ojos rasgados, marrones, sonrisas, cabellos que se despiden de mis dedos, licuándose entre luces chispeantes. Me pregunté si alguno de los que intenté amar me habían amado. Un silbido que nace desde el centro me convierte en pez, serpiente, jaguar y finalmente en ave.
Soy la tierra que nutre a las flores, el agua que sacia el cuerpo del militante utópico, el fuego que enciende la antorcha en señal de triunfo, paz y guerra.
El viento que se vuelve aire, que entra y sale de tus pulmones hacia los pulmones del ser a quién acoges en tus brazos, quizás en tu corazón.
Soy la duda que persigue, el fantasma que no descansa en busca de
respuestas, el deseo que necesita un cuerpo para posarse en el tuyo.
Me encuentras en tus sueños que al despertar te hace preguntarte si alguna vez nos conocimos, si soy la imagen distorsionada de quién amas.