jueves, 13 de marzo de 2025

Carta I, primera llamada hermanas

 Ya lo habían dicho ellas, lo que prima en este mundo es el odio hacia las mujeres, en un mundo controlado y significado por los hombres. Cuál era la posibilidad de salvarme. No hermana, nunca me he ganado la canasta en el colegio, tampoco he podido hacer el papel de la princesa del cuento, primero porque no tengo el tipo de princesa en este mundo, quizás sí dentro del mundo utópico de El obsceno pájaro de la noche, en esa narrativa sí, segundo en este cuento contado por la clase dominante, yo no tengo muchas opciones ni a la derecha ni a la izquierda. 

Sí, ellas ya nos habían advertido, no todas llegamos al mismo tiempo a escucharlas y quizás algunas nunca podrán. Atrapadas en un sistema que cuando intentas cortar por un lado salen tentáculos por el otro. La desesperanza con la que nos bombardean no logrará acobardarnos, como dijo la madre negra que late en la sangre Audre, hay que vivir como si se lograra cambiar el mundo. 

Aún no sé cómo saldré del mundo de las ideas para entrar a la acción, tengo algunos esbozos por donde ir empezando, algunos sentires, latidos, la intuición que se ha ido desarrollando por la experiencia en carne propia, las sombras que se han ido empequeñeciendo con el paso y el peso del tiempo con los fragmentos completados. 

Exponerse al dolor hasta que no duela más o vivir con el dolor para recordar que estas viva, no, aún no estas muerta. Vivir para combatir la posibilidad de morir a golpes, violada, descuartizada, quemada e infinitas posibilidades por el hecho de ser mujer, todas que no sean por procesos naturales. Morir lentamente callando, llorando y enloqueciendo en total y absoluta tiranía del machismo, capitalismo y toda explotación. 

Todas las historias de las mujeres son parecidas, más cuando pertenecen a la misma clase social. Hace dos domingos atrás,  una mujer adolescente me dice que su ansiedad ha regresado porque su padre empezó a llamarla; "Me quedo mirando un punto fijo mientras van pasando imágenes de cuando mi padre casi mata a mi madre, veo la sangre cubriendo todas las imágenes, luego mi habitación, ya no sé si es mi sangre o la de mi madre, estoy paralizada". Otra mujer de mediana edad, asustada, en shock dice que ya no es la misma desde que la intentaron matar; "Me dijo que primero me tenía que matar para luego violarme, botarme en cualquier lugar, yo le pedía llorando que no me mate, no sé cómo me liberé de él, no quería morir". Nadie quiere morir de esa manera solo por el hecho de ser mujer. 

No, no es fácil, te preguntas sobre el rechazo, distancia y hasta odio que van a sentir todos aquellos que viven complacidos en el sistema (sí, incluye amigos, amigas, familia), te vuelves a preguntar si es necesario volverte feminista, pero si las mujeres ya nacemos en un sistema misógino, solo que ese odio es silencioso, acordado, politizado, no se nota, total te puedes maquillar el ojo morado, sí, te puedes callar con dinero o llámese status quo, con matrimonio, con hijos, con cirugías, con fama, con todas las posibilidades en las que grites; "Yo gané, perras". Tras el espejo los hombres blancos, patriarcales, capitalistas, explotares en esencia dirán; "Sí, tu eres la más perra entre todas esas perras, mereces que te partan como a la puta que eres". Claro, teniendo en cuenta que aún no te mueres y no te quieres morir por rebelarte, tratando de escapar, denunciar, luchar, pelear, patear el tablero, si tratas de vivir, todas las violencias serán naturalizadas, soft, total no te han dejado, podrías estar peor, al menos sigues a su lado, sí, reducida como una sombra o menos que eso. 

Sí, hermanas, tengo sueños colectivos, necesitamos despertarnos juntas para hacer que pase el temblor. 

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